La elección del vino depende de varios factores: la ocasión, el plato y la temperatura exterior. Las estaciones influyen en nuestras preferencias y en nuestra forma de disfrutar del vino. Un vino fresco es ideal en verano, mientras que un vino más estructurado se encuentra más a gusto en invierno.
Descubra cómo elegir el vino de primavera, el de verano, el de otoño y el de invierno para aprovechar al máximo cada estación.
Primavera: vinos frescos y florales
Con la llegada del buen tiempo, la gente se inclina por los vinos ligeros y aromáticos. La primavera es el momento ideal para disfrutar de vinos blancos llenos de vida, rosados afrutados y tintos suaves.
Vinos blancos de primavera
Los vinos blancos secos y frescos son vivos al paladar.
- Sauvignon Blanc: su carácter floral y alimonado es perfecto para las ensaladas de primavera.
- Chenin Blanc: seco o ligeramente meloso, combina bien con platos ligeros.
- Muscat Sec: sus notas de flores blancas y fruta fresca son ideales para aperitivos soleados.
Vinos rosados
El vino de primavera suele rimar con el rosado, símbolo de convivencia.
- Rosado de Provenza: fresco y afrutado, combina bien con platos mediterráneos.
- Tavel: más estructurado, combina bien con carnes asadas de primavera.
Rojos claros de primavera
Los vinos tintos deben ser suaves y pobres en taninos.
- Pinot Noir: ligero y afrutado, perfecto con carnes blancas o verduras a la parrilla.
- Gamay: su carácter fresco y goloso es perfecto para los platos de temporada.
Verano: fresco y ligero
Cuando suben las temperaturas, la gente busca vinos que calmen la sed, sean fáciles de beber y tengan poco alcohol.
Blancos de verano
Un vino de verano debe ser fresco y aromático.
- Riesling: seco y mineral, combina bien con el marisco.
- Vermentino: su viveza es ideal para platos mediterráneos.
- Chablis: con su fina acidez, es el acompañamiento perfecto del pescado a la parrilla.
Los rosados imprescindibles
El verano es la estación del rosado por excelencia.
- Côtes de Provence: ligero y afrutado, perfecto para aperitivos en la terraza.
- Cabernet d'Anjou: ligeramente dulce, combina bien con platos exóticos.
Rojos de verano
Algunos tintos pueden disfrutarse fríos, a una temperatura de unos 14°C.
- Beaujolais: ligero y afrutado, puede tomarse ligeramente frío.
- Cinsault: flexible y aromático, combina bien con carnes a la parrilla.
Otoño: vinos redondos y equilibrados
El otoño anuncia el regreso de platos más sustanciosos. Los vinos de otoño deben ser más estructurados y acompañar platos reconfortantes.
Blancos con aromas avanzados
Los blancos otoñales ganan en complejidad y redondez.
- Viognier: sus notas de albaricoque y miel van bien con platos ricos.
- Gewurztraminer: fragante y especiado, combina bien con platos exóticos.
- Meursault: un Chardonnay con cuerpo para carnes blancas en salsa.
Rojos con carácter
El otoño marca el regreso de los vinos tintos con más cuerpo.
- Merlot: redondo y afrutado, combina bien con platos guisados.
- Garnacha: cálida, combina bien con quesos y carnes estofadas.
- Nebbiolo: potente y tánico, perfecto para platos ricos.
Invierno: vinos potentes y cálidos
En invierno, preferimos vinos que aporten calidez y confort. Los platos son más ricos, así que los vinos tienen que estar a la altura.
Blancos cremosos
Los vinos blancos de invierno suelen ser amaderados y más complejos.
- Sauternes: ideal con quesos de pasta azul.
- Vin Jaune du Jura: su carácter único realza los platos a base de nata.
- Chardonnay de Bourgogne: rico e intenso, perfecto para platos con salsa.
Tintos potentes y tánicos
Los vinos de invierno suelen estar bien estructurados, con una buena presencia tánica.
- Cabernet Sauvignon: intenso y profundo, combina bien con carnes rojas.
- Syrah: sus notas especiadas son perfectas para platos en salsa y guisos.
- Malbec: con cuerpo y robusto, combina bien con platos de caza.
Adaptar el servicio del vino a las estaciones
Sea cual sea la estación del año, la temperatura de funcionamiento desempeña un papel esencial.
- Los blancos y rosados de verano deben servirse fríos, entre 8 y 12°C.
- Los tintos ligeros de primavera pueden disfrutarse entre 12 y 14°C.
- Los tintos de invierno con cuerpo deben estar entre 16 y 18°C.
El almacenamiento y la aireación adecuados permiten apreciar cada vino en su justo valor.
Conclusión
La elección del vino evoluciona con las estaciones. La primavera rima con frescura y ligereza, el verano con vivacidad y flexibilidad, el otoño con redondez y equilibrio, mientras que el invierno se acompaña de vinos potentes y cálidos.
Adaptar el vino a las estaciones permite aprovechar al máximo los sabores y combinaciones con los platos del momento.
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