Los errores más comunes al gestionar una bodega

25 de abril de 2025

Gestionar una bodega requiere algo más que espacio y buenas intenciones. Hay que evitar una serie de escollos que pueden comprometer la calidad de su colección. El más mínimo descuido puede alterar los aromas o acelerar el deterioro de las botellas.

La mala conservación: un peligro subestimado

El problema más común es el mal almacenamiento de las botellas. Mucha gente subestima la importancia de la temperatura y la humedad. El vino almacenado a más de 20°C envejece demasiado rápido. Una temperatura demasiado baja ralentiza el desarrollo del vino. La temperatura ideal es de unos 12°C, estable durante todo el año. La humedad también desempeña un papel fundamental. Demasiado seca y los corchos se secan. Demasiado húmeda y el resultado es moho y etiquetas ilegibles. Un nivel de entre el 70% y el 75% es adecuado para la mayoría de las bodegas.

Iluminación mal gestionada: un factor destructivo

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La luz es otro error habitual en las bodegas. El vino odia la exposición directa. Los RAYOS UV aceleran el envejecimiento, alteran el color y degradan los aromas. Una bodega mal protegida o demasiado iluminada se convierte rápidamente en perjudicial. La oscuridad o una luz suave son las mejores para proteger las botellas. También es aconsejable evitar las luces de neón, que son demasiado fuertes para los vinos.

La vibración: un enemigo silencioso

Las vibraciones constantes son un peligro invisible. Impiden que los sedimentos se asienten. Esto afecta a la claridad y estabilidad del vino. La agitación también desestabiliza los compuestos aromáticos. Algunas personas instalan su bodega cerca de una lavadora o en un pasillo muy transitado, y la mala conservación está garantizada. Opte por un lugar aislado y estable. Los armarios para vino de calidad suelen tener una base antivibraciones eficaz.

Colocación incorrecta de las botellas

Uno de los errores más comunes que hay que evitar es colocar las botellas en posición vertical. Un corcho expuesto al aire se seca rápidamente. Esto deja pasar el oxígeno, oxidando el vino antes de tiempo. El vino debe permanecer siempre en contacto con el corcho. Guardar las botellas tumbadas limita este riesgo. También es aconsejable mantener las etiquetas hacia arriba. Esto facilita su lectura y evita manipular innecesariamente las botellas.

Falta de organización: gestión ineficaz

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No organizar las botellas en función de su potencial de envejecimiento dificulta su seguimiento. Algunos vinos deben beberse jóvenes, otros necesitan tiempo para madurar. A veces, una mala conservación se debe a un descuido o a una falta de seguimiento. Clasificar las botellas por añadas o denominaciones ayuda a planificar mejor las aperturas. Una bodega bien estructurada ayuda a evitar pérdidas y sorpresas desagradables.

Falta de ventilación: cuidado con los olores

Un sótano mal ventilado se convierte en una auténtica trampa. Los malos olores, la humedad estancada y el moho se instalan rápidamente. El vino, que es sensible a su entorno, a veces absorbe estas molestias. Una buena ventilación evita que los olores a cartón, plástico o moho se impregnen en el corcho. Instalar un sistema de ventilación adecuado es uno de los escollos que hay que evitar.

Almacenamiento de productos inadecuados

Almacenar productos domésticos o alimentos en la bodega es perjudicial para el vino. Estos productos emiten compuestos volátiles. Éstos pueden penetrar en el corcho y contaminar el vino. Este tipo de mala conservación suele ocurrir en bodegas compartidas con otros usos. Es preferible reservar la bodega sólo para el vino. No deben almacenarse en ella productos olorosos.

Sin seguimiento: un error clásico

Gestionar una bodega sin inventario puede dar lugar a descuidos. Un vino para beber joven puede esperar varios años sin abrirse. Una cosecha olvidada puede haber pasado su mejor momento sin que nadie se dé cuenta. Llevar un cuaderno o utilizar una aplicación puede ayudarle a evitar estos errores de bodega. Anote las fechas de compra, los periodos de consumo y las catas previstas.

Ignorar los consejos sobre el envejecimiento

No todos los vinos envejecen de la misma manera. Algunos tintos potentes ganan complejidad con los años. Otros se desvanecen rápidamente. El vino a envejecer debe elegirse con cuidado. Descuidar los consejos de enólogos o sumilleres es uno de los escollos que hay que evitar. Es esencial informarse sobre las añadas y las condiciones ideales para cada botella.

Una bodega abarrotada: una elección contraproducente

Acumular demasiadas botellas puede parecer prestigioso, pero dificulta la gestión. Una bodega sobrecargada resulta difícil de ventilar, organizar e inspeccionar. Es mejor limitar la selección. Esto ayuda a conservar mejor el vino y facilita los controles regulares. La calidad debe primar sobre la cantidad.

Descuidar la evolución del gusto personal

Con el tiempo, los gustos evolucionan. Lo que parecía una buena compra hace diez años ya no se corresponde necesariamente con los gustos actuales. Acumular botellas que ya no interesan es uno de los errores más lamentables en una bodega. Es importante evaluar las existencias con regularidad. Si adapta sus compras a sus preferencias actuales, podrá sacar el máximo partido de cada botella.

Descuidar las condiciones de transporte

Por último, no cuidar el vino nada más comprarlo compromete su calidad. Un viaje en coche mal protegido en pleno verano basta para estropear una botella. Transportar el vino en condiciones estables y frescas limita el choque térmico. Es una parte esencial de la conservación del vino, incluso antes de que llegue a la bodega.

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